De que se trata el blog

Como un homenaje a esas series de los años sesenta en blanco y negro, llena de historias alucinantes, creativas e inspiradoras para futuros films y profesiones varias del arte. 
Voy a escribir y volcar en el, noticias, cuentos, relatos, historias y sueños, también fotos, dibujos pero observadas desde otro punto de vista, maquillándolas a veces con ironía, optimismo, humor y otra veces mostrando a cara limpia la triste realidad, hechos a veces tan insólitos como la mejor historia de ciencia-ficción o de terror escrita por Ray Bradbury o Stephen King.

martes, 9 de septiembre de 2008

La Foto (Cuento fantástico)

Hay personas que añoran tanto el pasado que terminan perteneciendo a el…
Tomó la foto amarillenta y cuarteada donde aparecía feliz junto a sus padres de vacaciones en la playa en Necochea, la miro fijo, concentrado. Comenzó a sentir la brisa de mar, la arena bajo sus pies y el frescor del agua. La mano protectora de su mamá Zulma sobre sus hombros quemados por el sol y una pelota de goma ¨Pulpo¨ que sonrientemente le arrojaba su padre Julio. El tenía el ¨Don¨ de poder entrar al pasado a través de una foto, Juan en ese momento era feliz, solo en ese momento.

Juan estaba viviendo dentro de una imprenta casi fantasma de su padre, ubicada en Liniers, eran los últimos coletazos de una empresa en decadencia, trabajando a penas para poder cerrarla al menos en forma decente, para no quedar con deudas.
Hacia tiempo que había fallecido su madre, el alma de su casa y de su familia ya desmembrada por su ausencia. Una enfermedad fulminante acabo con su vida y con su horizonte como persona, ella era su alma.

Luego de la muerte de su madre sobrevino la conscripción en la Armada y no ayudo para nada en su vida y a su melancolía, a pesar de estar a su lado Andrea, su novia y compañera inseparable, se sentía incompleto.
Decidió ponerle fichas a lo que era su gran amor, la actuación el teatro y debes en cuando matizaba sus días con las notas musicales de su guitarra y compartía momentos alegres tocando a modo de banda con sus amigos.

Sus días pasaban sin pena ni gloría esperando algo mágico, sabiendo que debería hacer cosas concretas para ayudar a su suerte y no esperarla sentado como a un colectivo en la madrugada. Entre otras cosas organizaba reuniones cualquier día de la semana, fiestas o bailes con sus amigos en su solitaria casa junto a la imprenta, sin horarios y sin límites para la diversión y la bebida.

Una tarde de domingo, lo visitó un amigo de la infancia, fue por sorpresa. En esa tarde deprimente de invierno la compañía de Raulito fue como un rayo de sol para su destemplada alma. Miraron y escucharon discos de vinilo viejos, fotos, repasaron a viva voz las aventuras de cuando eran chicos en ese caserón que antiguamente tenía Juan, cantaron temas de viejas series de TV, como Misión Imposible, Combate, la Isla de Guilligan, Mister Ed y otras tantas y luego en el comedor de su casa a modo de merienda brindaron con leche chocolatada el inesperado reencuentro.

Juan en un momento de la charla con Raulito mira hacia una de las paredes del comedor como traspasándola y le dice:
-¨No te pintarías algo ahí…Raúl? –
Apelando a sus dotes de artista plástico
-¨Y si…como no?¨- Responde Raulito desconcertado por la propuesta
- Pero cuando te parece que venga?-
- Y el Sábado que viene, yo consigo todo, vos despreocupate, mi Papá dejó un montón de pintura en el fondo de la imprenta en la época que tenía delirios de Velazquez..jaja! -
-Ok, dale quedamos así!-, contestó Raulito entusiasmado.

El sábado siguiente Raulito fue puntual, llego a 12 del mediodía como habían quedado, tocó el timbre varias veces le pareció raro que no esté, al rato apareció Juan con la almohada casi pegada en su cara con claras huellas de haber pasado una noche ¨agitada¨.
-¨Que tal dormido?, abrime hace un rato que estoy parado acá¨-, lo apuró Raulito
Con los ojos casi segados por el resplandor de un día esplendido, Juan le abrió la puerta y comenzó un lindo día de amigos.
Mientras Juan iba preparando el almuerzo, ravioles con tuco, la comida preferida de ambos cuando chicos, que recordaban cuando su Abuela Catalina les llevaba a una carpa india de juguete pero lo suficientemente grande para que los dos entraran y disfrutaran del escondite, almorzando ¨raviolcitos¨o Nutri Super Hijitus con leche.
Juan puso música en un Tocadiscos Winco, a Led Zeppelin, escaleras al cielo.
Raulito comenzó a preparar su obra en la pared del living, como habían quedado, miró hacia la superficie a trabajar y le pregunto a Juan:
-¿Che, que cuernos dibujo en la pared?-
-Y no se…contestó Juan mientras recorría con su mirada la habitación como buscando algo.
-Ahhh ya se! Dibujame mi antigua casa de Glew!-
-Te parece? Preguntó Raulito sorprendido, pensando que iba a pedirle algo más fantasioso.
-Si, si dale!, acá tenés una foto vieja-
-Bueno, si te gusta eso te lo pinto.-

Y no era para menos, era la casa de su niñez y eso representaba un momento feliz de vida, donde vivía su Mamá, su Papá y sus hermanos. Si duda un símbolo de felicidad para Juan. La casa era colonial, pintada de blanco, sostenida por columnas cilíndricas, con arcadas de medio punto, con pisos de baldosas blancas y negras y su techo de tejas rojas, en ella se veía sus ventanas cerradas, pero a manera de invitación su puerta verde ingles estaba abierta con una escoba apoyada en un costado.

La casa estaba en Glew, provincia de Buenos Aires, a 30 km. de la capital.
Así fue como Raulito puso manos a la obra y comenzó a pintarla.
La tarde paso y el fin de la obra fue coronado con un buen mate y facturas.

Al caer la tarde se despidieron con la promesa de volver a verse, Raulito regresó a su barrio de Valentín Alsina y a Juan lo envolvió la noche, su soledad y sus recuerdos de familia.

Pasaron los días, la semanas y Juan no daba señales de vida, infructuosamente Raulito llamó sistemáticamente a distintos horarios para ver si conseguía encontrarlo pero sin éxito. Más tarde recordó que en uno de los papeles que utilizó para hacer un boceto del dibujo de la pared era un folleto viejo de la imprenta de su padre y ahí estaba un celular que podía ser de él. Corrió a buscar la campera verde donde estaba el folleto, marco el celular y espero ansioso que alguien lo tienda.

Casi cortaba, pero atendió una vos reconocida por el, solo por su tono, ya que se notaba que los años habían pasado por la humanidad de Julio, el papa de Juan.
Raulito luego de saludarlo y hacerle las preguntas casi protocolares de alguien que hace mucho que no se ven. Le comento sobre su preocupación, de no encontrar a Juan en su casa, Julio se hizo eco de su inquietud comentándole que iba a realizar la denuncia y que estaba muy preocupado por su desaparición.
Raulito necesitaba volver a la casa de Juan, sentía una profunda necesidad de regresar, quería encontrar ¨algo¨, alguna pista de donde estaría el, y aprovecho la escusa de haber dejado los pinceles del dibujo con los que había realizado en la pared del comedor. Julio accedió a su pedido y combinaron un miércoles 18 de Agosto por la tarde encontrarse en la casa de Juan.

Y así fue, llegué cuatro y cuarto de la tarde con el colectivo de la línes 46, con el estómago revuelto por las frenadas y aceleradas, nunca pude acostumbrarme a viajar en los ¨bondis¨. Las 5 cuadras que faltaban para llegar a la casa de Juan se me hicieron interminables, no se porque.
Toque timbre en Dardo Rocha 375, y enseguida Julio me abrió la puerta con cara de asombro acompañado de una sonrisa, no abrazamos y me invita a pasar a la casa de Juan. El interior no mostraba mayor desorden, indicios de robo, desprolijidad o algo que delate su ausencia, apenas el polvo común sobre los muebles y en la cocina una caja de pizza vieja, con un vaso de Coca a medio llenar. Y el baño estaba la luz prendida.
Como si hubiese ido por un momento.
Recorrimos todos los lugares de la casa, nos paramos en la salita que comunicaba al comedor y a las habitaciones y mirando, Julio me dijo:
-Qué misterio, no?, donde estará este muchacho….?-
Respirando profundo le conteste:
Y….don Julio habrá que esperar, por lo tanto hagamos la denuncia a la Policía, le parece?
- ¿Si, si va ser lo mejor Raulito…-
En un momento, al traspasar la mirada sobre el comedor, me quede ¨Colgado¨mirando la pintura que le hice en la pared de la fachada su antigua casa, notaba algo raro, Julio sigue mi mirada casi perdida y me pregunta:
-¿Y eso Raulito, lo pintaste vos?
-Si Julio…si…-
Conteste casi temblando, al ver asombrado, casi como una broma del mal gusto, al notar como la casa que había pintado con la puerta abierta, ahora estaba cerrada!
Sí cerrada!!!, y en la foto en la cual la copie estaba abierta…!
-Raulito, muchacho que te pasa estás pálido, te sentís bien?-
Me pregunto Julio.
Si Julio…estoy bien, pero mejor salgamos de acá, tengo que irme. Contesté aturdido.
Hicimos dos pasos y Don Julio me dice:
-Raulito, viniste a buscar tus pinceles y las pinturas y no te la estas llevando…, que cabeza! Jajaja. Sonrió

Esa tarde mientras caminaba hacia la parada del colectivo, confundido y desorientado, encontré la respuesta sobre donde estaba Juan y eso me dio cierta paz y tristeza de ya no tenerlo cerca.
Supo volver a donde siempre fue feliz, el tenía ese ¨don¨de entrar al pasado, y yo como cuando eramos chicos, una vez más, fui su complice de aventuras, sin saberlo, al hacerle esa pintura.

-Adiós Juan!- me dije…
La puerta de su pasado estuvo abierta y hoy ya está cerrada junto con su presente.

Daniel Pereyra

Dedicado a Tito, un amigo del el Bar ¨El Pensamiento¨ (Av. José M. Moreno y Pedro Goyena) que gracias a compartir una foto de sus padres inspiró esta historia.