
Estaba en una calle gris, todo era en blanco y negro.
La hora y el día no lo sabía, dos personas caminaban calle arriba y yo iba detrás.
Una de ellas era mi padre, con un traje humilde pero impecable, rejuvenecido tanto como en su libreta de enrolamiento, la otra se que estaba pero no pude definir quien era, solo una silueta esfumada blanca.
Lo alcancé, el giro para mirarme y le dije:
-¿Donde vas papá?-
-A comprar algunas bebidas - me contestó con una sonrisa
Yo le replique:
-Sabes bien en que va terminar todo esto…-
Me miró atentamente sin decir palabra.
Teniendo conciencia de estar dentro de un sueño recurrente y angustiante
y con el fin de que el descanse en paz le hice recordar:
-Papá… no te olvides que estás muerto…-
El volvió a sonreír y me dijo:
-Entonces voy a seguir caminando…-